Opinión Alejandro Gelmini

¡Cuantas veces hemos escuchado comentarios del tipo "si a un médico de principios de siglo XX lo ponen en un quirófano de hoy en día no podría hacer absolutamente nada, no entendería la tecnología!" Con el mismo criterio podríamos decir "y que sucedería si a un cirujano actual lo transportamos por el túnel del tiempo a 1920: tendría el ojo clínico necesario para curar a alguien sin la parafernalia tecnológica moderna?"  Con esto quiero expresar que la tecnología actual por sí sola no serviría para nada si detrás de ella no hubiera una acumulación sedimentaria de buenas prácticas y de conocimientos ancestrales transmitidos de generación en generación. 
Hasta los cambios de paradigmas no se podrían explicar del todo si detrás del nuevo canon, no estuviera el anterior apuntándolo inquisitivo, hasta tanto la selección natural, aplicada en este caso al progreso de la ciencia, no hubiera completado su faena de reemplazo, enmarcada en el concepto de Castoriadis: "lo instituyente y lo instituido" 

Un poco de historia
A principios del siglo XX algunos filósofos italianos desencantados por el incumplimiento de las promesas burguesas acercadas por el Iluminismo, pensaron en una alternativa superadora de ese estancamiento, exaltando la civilización mecánica y las conquistas de la técnica, todavía en ciernes: el Futurismo.
La adoración de la máquina se traduce en una frase extraída del art. 4 del Manifiesto del Futurismo "Un automóvil de carreras es más hermoso que la Victoria de Samotracia"
Lamentablemente muchos de los filósofos y artistas que participaron de aquel movimiento terminaron levantando sus fusiles para defender al fascismo.
La pregunta que vale formularse es: ¿Estamos viviendo hoy una nueva etapa de adoración a la máquina?

El dramático crecimiento de la población y el aceleramiento del progreso tecnológico es de tan alto impacto en el planeta, que los geólogos están discutiendo el inicio de una nueva era geológica: el ANTROPOCENO. (ver Ilustración 1)

Ilustración 1 – La gran aceleración. (Fuente: Revista National Geographic – mar/2011)


Ante tal panorama, es vano discutir si es conveniente la adopción o no de las nuevas tecnologías: la fuerza arrolladora de esta nueva ola es tan grande que finalmente nos terminará arrastrando de todos modos. La reflexión epistemológica del docente de hoy no solo debe estar enfocada en conocer más de tecnologías educativas, o repensar las redes de conocimiento, o conocer y practicar la realidad aumentada, tecnologías móviles o especializarse en conectividad. Todo eso que hace un tiempo era lejano (por ejemplo en el libro "La educación digital" de Battro y Denham muchas de las cosas que hoy ya están en nuestras manos,  hace 20 años apenas eran postulados teóricos) hoy ya tiene entidad real, y si bien es cierto que por apresuramiento o negligencia en la implementación de algunos planes escolares de TIC’s en Argentina, se perciben ciertas desprolijidades (por ejemplo en el caso de las Netbook 1 a 1, hay falta de conectividad en muchas escuelas) podemos suponer con indulgencia que estos incidentes estarán más o menos resueltos en el corto plazo.
Dando por asumido el primer paso de la infraestructura tecnológica disponible en forma universal, nos vamos a tener que preguntar, y resignificar como docentes las preguntas básicas de la educación "¿Qué?" "¿Por qué?" y "Cómo?" y vamos a tener que actuar en consecuencia.

Reflexiones sobre mi propia práctica
En ese sentido, y como toma de posición epistemológica, debo reflexionar acerca de mis propias prácticas. He estado al frente de cursos por 14 años. La primera mitad de ellos, como profesor de Ajedrez en nivel primario; el resto, en materias o carreras relacionadas con Informática a nivel secundario y terciario. Con esto quiero decir que he recorrido casi todo el espinel, pero recién en el último año, casualmente en coincidencia con mis primeras experiencias en el sistema público de educación, he empezado a pensar sobre la necesidad de resignificar mi rol docente. Hasta entonces, me limitaba a cumplir los programas y seguir el dictado de las materias tal como era tradicional en los lugares donde asumía horas o cargos. Desde el año pasado he recibido un buen número de capacitaciones que para ser sincero fueron tomadas en principio para obtener puntaje.
Si bien es cierto que este objetivo inicial fue el disparador de esas primeras capacitaciones, hubo un seminario que particularmente me marcó y me señaló un camino para lograr la colaboración participativa de alumnos y docentes en la web. Eso me encendió una alarma en mi interior: el docente ya no era más el líder absoluto de la clase, se podía enseñar en red y asumir el rol del alumno desde otro lugar, más participativo, no tan receptor del depósito bancario que me encargaba puntualmente de realizar en términos de Freire. A partir de entonces, me volví un investigador de nuevas herramientas y cada capacitación influía en mi práctica docente, así como mi propia práctica me llevaba a buscar nuevas capacitaciones, entrando en un proceso dialéctico que me encuentra actualmente cursando con mucho entusiasmo esta Licenciatura, como un paso natural del proceso de resignificación.

¿Qué podemos hacer, que camino seguir para superar el tecnologicismo?

Los supuestos siguientes son algunas de las conclusiones que pude elaborar en base a la lectura de material escrito y fílmico aportado por la cátedra, sumado a mi experiencia reciente.

·         Lo primero que debemos hacer es tratar de influir en la redacción de los proyectos educativos, y las políticas de definición curricular, los que deberían ser más flexibles y adaptables a los cambios en el entorno.

·         Piaget solía citar al físico E. Guye  : “la escala crea el fenómeno” tomo esta frase , para resaltar que si bien debemos cambiar nosotros primero, el segundo paso es organizarse, conectarse, no actuar como francotiradores,  que en esfuerzos individuales, también terminarían devorados por la escolarización. Por el contrario el docente que ya ha hecho su toma de posición epistemológica, debe tratar de sumarse a redes de conocimiento donde los profesores puedan intercambiar experiencias y material. Esto requiere hasta un desarrollo de nuestras capacidades oratorias y de argumentación. Pero primero debemos convencernos nosotros mismos, para luego ser convincentes y persuasivos con los demás.


·         A lo interno de la práctica docente, creo menester recuperar la cultura de la investigación, investigar y reinvestigar (resignificar) tanto el contenido de las materias de las cuales damos clases, como el seguimiento de los proyectos educativos y las normativas legales referidas a la actividad docente.

En mi opinión, el docente debe ser usuario de una herramienta para poder después transferir conocimiento sobre la misma, pero esto no incluye solo al contenido que se dicta en clase, dado que esta no es la única actividad del docente – si bien la principal. Obviamente, debemos incluir en estas actividades la planificación, la evaluación y las reuniones con colegas y supervisores.

·         A nivel social, debemos entender los cambios -ya demostrados por la neurociencia- que sufren los adolescentes que están continuamente expuestos a la cultura visual: Internet, videojuegos, TV.  Conocer que herramientas nos brinda la teoría del aprendizaje, y por este camino llegar a conectar con nuestros alumnos en una forma que no sea aburrida y que ellos sientan que le es de utilidad. Un buen ejemplo de esto, se ve en la película “Entre los Muros” cuando el docente percibe que uno de sus alumnos díscolos, llamado Sulayman, de origen africano,  encuentra más fácil comunicar la consigna de su profesor de Francés a través de fotos obtenidas con la cámara del teléfono celular,  por sobre la expresión escrita utilizada por el resto de sus compañeros.

·         Por último, un deseo subjetivo: ¡que hermoso sería iniciar la carrera docente con 20 años menos en este momento bisagra de nuestra historia! Soy consciente de los obstáculos de la tarea. En cierto sentido somos parte de una resistencia cultural, marcada por la transición entre dos eras, de las cuales nuestros alumnos son nativos digitales y nosotros no. En ese sentido, debemos esforzarnos por garantizar las condiciones objetivas de reproducción de futuros docentes con el objetivo de que cuando nos reemplacen, puedan tener la misma posición crítica que hoy nosotros estamos asumiendo.